viernes, 16 de mayo de 2008

Reflexiones Pedro Arrupe


Estimados:


Es importante que no dejemos nuestros trabajo en construcciones, en nuestras mesas de trabajo, en nuestras comunidades de base, en las clases de infocap y en las actividades en los barrios de todos los paises. Es importante que reinterpretemos nuestros sufrimientos, desmotivaciones, pasadas de hambre, incomodidades, etc. A la luz de lo que dice Pedro Arrupe.


"Si mis 27 años de misionero me han enseñado alguna cosa, es ésta: la necesidad de la experiencia personal, de vivir los problemas sufriéndolos. ¿Qué pueden saber del hambre los que padecen de exceso de calorías? ¿Qué idea de las condiciones de vida material, social y espiritual del mundo de los parias podemos hacernos desde las butacas del primer mundo? Perdóname que responda con alguna crudeza: ¡ninguna que valga la pena! Esa es la razón por la que insisto tanto, sobre todo al interior de la Compañía, en la necesidad de la inserción personal, al menos parcial y temporal, en los medios más necesitados de nuestro servicio apostólico. Hay que esperimentar en carne propia qué es el hambre, qué es la impotencia frente a una estructura injusta; hay que tener el contacto más inmediato posible con quienes carecen de cultura o fe. No se trata de provocar en nosotros respuestas emocionales, simplistas o violentas. Sino de impedir que nuestras respuestas sean conceptuales, inoperantes, desadaptadas e insuficientes".


Pedro Arrupe s.j. General de la Compañía de Jesús

Saludos

Rolf Hitschfeld

jueves, 8 de mayo de 2008

EN DEBATE...UN POBRE ESPECTÁCULO

Para fomentar el debate, les dejo a continuación dos cartas que fueron publicadas en el último tiempo en El Mercurio (el diario nacional más importante). Espero se interesen y se genere discusión!!
Señor Director:
Me quiero referir al deplorable estado en que se encuentra el lecho del río Mapocho y su ribera sur, entre el Parque Los Reyes y el sector del Aeropuerto. En efecto, la cantidad de basura domiciliaria, desechos industriales y mugre que se ha botado en todo ese sector da la impresión de que estamos en el tercer mundo.
La visión desde la Costanera Norte, carretera por donde todos los visitantes llegan a la capital, es de basura, pobreza y miseria.
Creo que la Intendencia y los municipios por donde cruza el río deberían hacer algo para eliminar tan pobre y contaminante espectáculo. Sólo como una idea, en muchas ciudades desarrolladas del mundo se hacen parques y jardines que son mantenidos por la empresa privada, a cambio de ventajas publicitarias no agresivas con el medio ambiente.
Hermann von Mühlenbrock S.
Martes 29 de Abril de 2008
-------------------------------------------------------------------------------------------------
Señor Director:
Con mucho pesar he leído la carta del señor Von Muhlenbrock publicada en su diario la semana pasada al referirse al "deplorable estado en que se encuentra el lecho del río Mapocho y su ribera sur". Quisiera recalcar que parte de ese "pobre espectáculo" mencionado lo compone la realidad de las más de 100 familias de campamentos que se han visto obligadas a ubicarse en medio de la basura como la única manera de tener algún espacio dentro de la ciudad.
Particularmente, por medio del trabajo que semana a semana realizan los voluntarios de Un Techo para Chile junto a esas comunidades, debo recalcar que, como institución, somos testigos del esfuerzo que esas familias realizan a diario para obtener una vivienda digna.
La contradictoria imagen de la carretera más moderna de América Latina contemplando este "pobre espectáculo" nos recuerda que, lamentablemente, seguimos perteneciendo al Tercer Mundo. Lo único que nos permitirá llegar a tener una ciudad "verdaderamente desarrollada" no va a ser la implementación de carreteras más modernas aún, sino la superación de este tipo de contradicciones por medio de la integración de quienes estén en desventaja.
Patricio Domínguez
Director Habilitación Social
Un Techo para Chile

Los Directores de Formación REFLEXIONAN...Rolf Hitschfeld

Lectura personal
Didier Daurat fue el instructor de vuelo de aquellos famosos pilotos franceses como Jean Mermoz, Antonie de Saint-Exupery, Guillaumé y otros que abrieron la primera ruta comercial aérea entre Francia y Chile. Cuando el instructor Daurat notaba que alguno de sus alumnos era demasiado precipitado o ansioso en la práctica de vuelo, inmediatamente lo hacía desistir de la carrera de aviador. Así lo libraba, según él, de la angustia continua de no estar a la altura de expectativas ajenas que cargaban sobre sí; lo cual es más demoledor que la misma muerte.Muchas personas se desintegran y caen estrepitosamente en tierra, con los nervios rotos luego de una prolongada ansiedad que les consumió todas las energías creadoras, por la obsesión de responder a exigencias que no brotaban naturalmente del propio ser.
Cada año, muchos jóvenes desertan de la carrera universitaria con la que habían soñado desde niños, al descubrir que ella era un sueño de sus padres que ellos se habían apropiado. La desfachatez del prepotente, la petulancia del fanfarrón siempre esconde una buena dosis de inseguridad, de falta de aceptación y de estima por lo que cada cual verdaderamente es. Otros se baten en retirada, deprimidos por no poder brillar con luz propia en el candelero de la animación de las fiestas sociales. Todos estos creen que para ser aceptados y estimados se tienen que vestir con ropa ajena.
Reflexión
Todos tenemos la capacidad de aprender y cambiar (de hecho eso es una de las mas grandes cosas en la vida), sin embargo por nuestras historias personales, hemos desarrollado habilidades particulares que ya son parte nuestra. Una de las razones más grandes para no pasarlo bien es no reconocerse a sí mismo y no valorarse. Si estamos acá es porque tenemos cosas que entregar, por eso es importante hacerse algunas preguntas.- ¿Cuáles creo que son mis habilidades?- ¿Perciben los demás lo mismo que yo creo?- ¿Por qué es importante para mi equipo de trabajo mi forma de ser?- ¿Me siento contento como estoy actuando ahora?
Un buen ejercicio es completar la siguiente frase: "Luego de mi paso por el techo, yo me quedaría muy tranquilo y contento si me recuerdan como la persona que ................................."Lo importante es conocer cuales son mis habilidades y ponerlas al servcio de los demás. Es mejor ser fuente de agua en una plaza de niños, que reloj de oro en el mostrador de una joyería.
Un abrazo a todos!

Los Directores de Formación OPINAN...Elsie Ralston

Tuve suerte al recibir mi primera clase universitaria de parte de alguien con la sensibilidad suficiente como para explicarme muchas cosas, y sobre todo cuestionarme sobre otras tantas.
Recuerdo mucho la explicación que me dio sobre la compasión. Sólo escuché la palabra y la referí a un paradigma, un concepto errado sobre lo que verdaderamente es. Pensaba que compadecer era sentir lástima, así, a secas.

Gracias a ese cuestionamiento debí llegar acá, a esta posibilidad de cuestionar a otros, que concretamente se ve en lograr cambios en las vidas de muchas familias que viven en condiciones de pobreza, o han sufrido pérdidas por desastres naturales como las que ocasionó el terremoto del 15 de agosto en Pisco.

Veo nuestro trabajo bajo un móvil común, que puede no resultar tan atractivo a oídos de masas de jóvenes voluntarios, pero sí debería ser entendido tal cual. Ese hilo en conductor entre todos nosotros es, o debería ser, la compasión. Pablo de Tarso se refería a ella como "reír con los que ríen y llorar con los que lloran" y es en verdad lo que hacemos. Creo que la compasión es esa capacidad de reconocer algo en el otro (un valor tal vez) inherente a toda persona, que no les otorgamos, sino más bien esclarecemos o dejamos ver. Consiste en interpelarse con los sentimientos que otros tienen. Schopenhauer la veía como la esencia misma de todo: amor y solidaridad entre los hombres. Nietzche por su parte, recogía las tesis de los estoicos y decía que la compasión es un sentimiento propio de los débiles, depresivo, doloroso. La veía como un sentimiento que perpetuaba la miseria. Creo que eso también corresponde a un paradigma que puede cambiarse, como lo estamos haciendo. Este sentimiento parte del reconocimiento de una persona sufriente para luego sentir responsabilidad y hacer algo al respecto.

La compasión no es exclusiva de una iglesia, o creencia religiosa. Lo mismo con la moral, que no es común a todos, de hecho cada persona tiene una moral distinta que es nutrida de su entorno social y las características personales que nos definen como individuos. El asunto es que sepamos entendernos individualmente dentro de una comunidad. A veces parece que buscáramos apartarnos muy a pesar de nuestra propia naturaleza social.

Sentir compasión es lo mejor que nos puede pasar. Creo que nos humaniza y devuelve a un estado en el que compartimos nuestro espacio con otros, logramos compartirnos con otros.
"La compasión constituye un factor de cohesión grupal, una actitud proclive a ser compartida con la vista puesta en la acción común. Frente a la razón dialógica intersubjetiva que tiene a los dotados de poder y de inteligencia normal como únicos interlocutores válidos en orden al consenso, la compasión como impulso ético ha de dar cuenta, en primer lugar, de los que no participan de este consenso, y se fija en los excluidos sufrientes, en los sin-voz, para reconocer en ellos la voz del disenso que se convierte en prioridad ética" (E. Dussel).

ENTREVISTA AL PADRE GUSTAVO GUTIÉRREZ.


Contra el "fatalismo" de la pobreza


"Para muchos pobres en América Latina, su situación de pobreza es una fatalidad. Y lo justifican incluso religiosamente. Creen ver la voluntad de Dios detrás de eso (...) Lo que hay que hacer es ir a las causas de la pobreza, y no solamente dar "aspirinas" para sus efectos". Así plantea el combate contra la indigencia el sacerdote y teólogo peruano Gustavo Gutiérrez Merino, uno de los impulsores de teología de la liberación y reciente ganador del premio Príncipe de Asturias. Para él, vale más ayudar a tomar conciencia de una situación injusta que distribuir alimentos. La teología de la liberación nació como una corriente crítica dentro de la Iglesia católica, al cuestionar su aparente lejanía de los más pobres. Al principio, esta corriente fue vista como "peligrosa" por algunos gobiernos de facto en América Latina e incluso por Estados Unidos. Fue Gutiérrez quien sintetizó y recogió en forma de libro las ideas de la teología de la liberación y a quien se atribuye este término. La BBC conversó con él.


¿Cómo veía América Latina cuando nació esta corriente y cómo la ve hoy?

La pobreza, como toda situación que tiene raíces profundas y numerosas causas, lamentablemente no cambia rápidamente. No está limitada a su dimensión económica. El pobre es un "insignificante" socialmente hablando, por falta de recursos, por la desventaja cultural, por hablar una lengua considerada inferior en una determinada sociedad o por ser mujer. En esta situación general de la pobreza, hay aspectos que han cambiado en América Latina. Por ejemplo, la conciencia que muchas personas han tomado de su dignidad. Hoy en día hablamos de derechos humanos, hay reivindicaciones que provienen del mundo indígena. Pero de ahí a una transformación más global de la sociedad desgraciadamente estamos lejos. Uno de los casos más resonantes en los últimos tiempos es el de Argentina, donde la pobreza creció tanto en los últimos tiempos que ahora afecta a más de la mitad de la población.


¿Cuál es la respuesta que podría dar la teología de la liberación a situaciones como ésta?

La teología de la liberación no puede ni debe proponer un camino de orden social, económico o político. Eso es competencia de otro mundo. La teología es una reflexión sobre la fe y la fe lo que tiene que hacer es movilizar a las personas para cambiar. Los ciudadanos deben tener opciones de orden político. Nosotros, desde la Iglesia, sólo podemos hacer lo que ya han hecho los religiosos en Argentina: llamar la atención sobre la brecha cada vez más grande entre los que menos tienen y los que más tienen. Hasta ahí puede llegar una perspectiva de fe. Pero la teología de la liberación al principio parecía tener una postura más relacionada con el activismo.


¿Esto ha cambiado?

Yo no diría eso. La teología de la liberación nació en la segunda mitad de la década de los 60, que no eran años cómodos. Era el tiempo de la matanza de Tlatelolco en México, de la dictadura militar de Brasil, del gobierno militar de Onganía en Argentina. La teología de la liberación siempre trató de despertar la conciencia sobre los problemas. Y no se trata de una práctica abstracta, sino concreta. Si fuera abstracta, no habrían matado a todos los que mataron en América Latina, como el arzobispo Romero en El Salvador y monseñor Angelelli en Argentina. Su propia labor pastoral resultaba riesgosa para los poderosos. La actualidad tampoco parece del todo feliz. Hay muchos que cuestionan la globalización como una fuente de desigualdades. Sí, coincido en que estos años tampoco son buenos. Lo que rechazamos es la forma cómo se utiliza la globalización, que está haciendo -como lo reconocen economistas de prestigio- crecer la brecha entre personas en un mismo país y entre países en el nivel planetario. No se puede estar contra la globalización como un hecho, pero sí contra la forma de la que es utilizada. Este problema no sólo afecta a América Latina muy duramente, sino al resto del mundo, en particular a los países pobres. Nosotros, desde la teología de la liberación, tenemos un terreno en el que podemos buscar soluciones, que es el de la conciencia de las personas. Los pobres, por ejemplo en mi país, Perú, suelen pensar que su condición es una fatalidad, que son pobres porque nacieron pobres, mala suerte. Esto les impide reaccionar contra la injusticia de la situación que viven. Si se habla de las causas de la pobreza, que es el resultado de acciones humanas, entonces un pueblo puede reaccionar contra eso. La teología de la liberación nació cuestionando a la Iglesia, que en ese momento parecía alejada de los más pobres.


¿Esto sigue siendo así o cambió?

Sí, el movimiento nació como una crítica hecha desde dentro, porque formábamos parte de esta Iglesia y queríamos vivir el Evangelio con autenticidad. Creo que desde hace unos 40 años, desde el Concilio Vaticano II y luego la Conferencia Episcopal de Medellín, la imagen de la Iglesia Católica ha cambiado mucho en América Latina. Se puede decir que no suficientemente y estoy de acuerdo, pero ha cambiado enormemente, justamente por su acercamiento a los pobres. Fue un camino difícil. En 1969, por ejemplo, se conoció en Estados Unidos el famoso informe Rockefeller. Rockefeller tomó conciencia de los cambios en la Iglesia y los consideró absolutamente peligrosos. Y en 1980, un informe para la campaña presidencial de Ronald Reagan, llamado documento de Santa Fe, advirtió que la presencia de determinadas tendencias en la Iglesia y algunos textos de las conferencias episcopales latinoamericanas eran muy peligrosos para la política exterior de Estados Unidos. El papa Juan Pablo II parece renuente a aceptar esta corriente. Hasta hoy no parece gustarle la idea de un "sacerdote-político". A mí tampoco. Porque lo que la teología de la liberación busca no es un sacerdote político, sino rescatar que en el mensaje mismo de Jesús está contenida la transformación de la sociedad para que sea más justa. En cuanto al Papa, diría que la opción preferencial por los pobres, que es el corazón de la teología de la liberación, ha sido algo que Juan Pablo II ha mencionado muchas veces en sus discursos.


¿Sigue siendo un dilema dentro de la Iglesia que millones de católicos en América Latina vivan en la extrema pobreza y el Vaticano sea un sitio opulento?

Bueno, habría que precisar un poco esa opulencia. Ciertamente uno tiene una impresión de riqueza. Pero hay iglesias nacionales, pienso por ejemplo en Estados Unidos, que tienen medios económicos muy grandes. El Vaticano es un poco un museo. Entonces, hay un gran valor económico en esas obras artísticas. Esto es algo muy diferente a tener una empresa. Pero indudablemente hay una exigencia para todos los cristianos de austeridad en su vida ante la enorme pobreza que hay en el mundo. Y sobre eso todavía tenemos mucho, mucho por hacer.


¿Quién está más cerca de los problemas de la mayoría de los latinoamericanos? ¿Los movimientos más progresistas como la teología de la liberación o los más conservadores como el Opus Dei?

Bueno, eso siempre es muy difícil de determinar. Yo creo que las personas que están en la línea de la teología de la liberación están más cerca de las necesidades humanas de los pobres y por consiguiente de sus necesidades espirituales. Los pobres son personas complejas. Ellos mismo pueden tener mentalidad religiosa conservadora. Esto lo sabemos por experiencia. Creo que la cercanía está más bien en las opciones que se toman en favor del pobre. Y naturalmente siempre es muy difícil juzgar otras cercanías. No me siento en condiciones de poder hacerlo.


¿Puede explicar mejor aquello de que los pobres pueden tener una mentalidad religiosa conservadora?

Para muchos pobres en América Latina su situación de pobreza es una fatalidad. Y lo justifican incluso religiosamente. Creen ver la voluntad de Dios detrás de eso. Incluso en mi parroquia de Lima he escuchado a mujeres decir que las mujeres han nacido para sufrir y ven también en ello la voluntad de Dios.


¿Entonces, como dice usted, la pobreza corrompe el espíritu?

Sí, en parte. Porque significa inhumanidad, muerte prematura, injusticia. Pero la pobreza tiene también aspectos positivos. Quien ha tenido contacto con los pobres sabe que hay una generosidad inmensa en gente que tiene muy poco, además de apertura y sentido de Dios.


¿Y qué ocurre con la riqueza?

Juan Pablo II ha dicho que la riqueza de unos pocos está hecha a base de la pobreza de muchos. Si es ésta la situación, ahí se ve el deber que tienen las personas. No se trata de atacar a los que tienen riqueza, pero sí de hacer comprender la inmensa responsabilidad que tienen en el mundo social y en la creación de justicia y de igualdad entre las personas. ¿Pero la generación de riqueza no es necesaria para combatir la indigencia? Sí, se necesitan recursos para el desarrollo humano.


¿Cuál es el papel de la educación en la lucha contra la pobreza?

Es capital. Una de las cosas que están ocurriendo sobre todo ahora en todo el planeta, es que la línea más importante de división entre el mundo pobre y el rico pasa por el conocimiento. En este mundo de información, de técnica, el pobre, por las deficiencias de educación que ha tenido desde niño, por encontrarse en países en los que no hay un acceso adecuado a la educación, está marginado del circuito económico.


¿Qué ha hecho usted desde la parroquia del barrio popular de Rímac, en Lima, donde ha estado durante 20 años, para poner en práctica la opción por los más pobres?

Sólo con decir que Dios no quiere pobreza, porque la pobreza significa muerte injusta y prematura, se ayuda mucho. También hay que apelar a la solidaridad, porque no siempre los pobres son solidarios con sus hermanos. Esto es lo que hicimos desde la parroquia. Hemos trabajado también con un comedor popular, atención médica, pero sin hacer ilusiones. Son cosas que hay que hacer, porque hay necesidades inmediatas, pero no hay que pensar que eso va a transformar la sociedad. Lo que hay que hacer es ir a las causas de la pobreza, y no solamente dar "aspirinas" para sus efectos.

miércoles, 30 de abril de 2008

La Mirada Extranjera


El tamaño del Techo en Chile es impresionante y al mismo tiempo chocante. Algunos de nuestros países ya alcanzaron un buen nivel de desarrollo pero nada que se puede comparar. Escuchamos hablar de la oficina con más de 100 personas contratadas, de la “tercera fase” pero ver y vivir eso en vivo es otra cosa. Provoca en nosotros sentimientos distintos, y a veces contradictorios.

Primero nos gustaría felicitarles por lo que ya han alcanzado. De verdad! Ustedes no tienen ni idea de cómo lo que hacen acá, por detrás de la cordillera, esta sirviendo de inspiración a miles de jóvenes en Latinoamérica, que deambulan por sus países buscando una forma potente de trabajar por la justicia social. Gracias por soñar tan alto, por ser tan idealistas, por cultivar el voluntariado y la solidaridad, por darnos esperanza y por compartir su sueño con el continente.
Pero también queremos decirles que esa posición de liderazgo que ustedes asumieron - quizás inconcientemente - implica muchas responsabilidades también.

No podemos pensar que el desarrollo del Techo en todos los países de Latinoamérica va a ser algo natural, pues hasta hoy nadie o ninguna idea, por mas fuerte que sea, fue capaz de unir a todos nosotros. Lo que demuestra que la identidad latinoamericana no es una realidad, sino que bien mas una construcción.
Tenemos que estar seguros de que es eso que queremos para después trabajar duro para alcanzar nuestros objetivos. Nuestra ventaja es que encontramos algo que puede unir fuertemente a todo el continente: la lucha contra pobreza. Sin embargo, la lucha sólo será efectiva si nos proponemos entender con profundidad a latinoamerica y todas sus idiosincrasia; tarea nada fácil. Muchos ya fallaron intentando.
La llegada de extranjeros a trabajar en la oficina central del UTPMP-UTPCH es un gran paso en ese sentido y nos gustaría invitar a todos a reflexionar sobre eso. Si bien nosotros – “los extranjeros” – venimos a capacitarnos en el modelo chileno, también estamos para aportar conocimiento sobre la realidad de la pobreza en nuestros países y de como entendemos que es la mejor forma de combatirla. Algunas cosas que hacemos en nuestros países, trabajando en condiciones muchas veces insanas pueden ser útiles para ustedes. Nuestros Techos son pequeños, trabaja poca gente, las oficinas están llenas de voluntarios que dan mucho por el proyecto. Pero sobre todo hay mucho potencial, allí se hace todo con mucha voluntad y con mucha garra!! Hagan uso de eso! De lo que podemos enseñar desde nuestra experiencia. Tenemos la oportunidad de ver lo mismo que ustedes pero desde otro lente, con otra perspectiva.

El ejercicio de imaginar los titulares de un periódico de 2020 nos hace pensar que un día el Techo va a ser la institución más grande genuinamente latinoamericana; creada y gestionada puramente por latinos. La oficina de Santiago va a tener muchos más extranjeros, así como las oficinas de Buenos Aires, Sao Paulo, Bogota, etc. La disposición para conocer y involucrar a todos en las decisiones estratégicas no puede cesar. La participación y el intercambio serán fundamentales para tener una visión clara de nuestros desafíos y pensar en formas eficaces de enfrentarlos.
Andre Ramos
Director Formación UTPMP
Colaboración
Emerita Silveira
Comunicaciones UTPMP

lunes, 28 de abril de 2008

Juventud y Política, urgente senda (Luis Jaime Cisneros)



Supongo que en estos últimos meses los jóvenes han tomado conciencia de que eran obligados (y necesarios) interlocutores en cuanto el gobierno de la nación concierne. Los han invocado abiertamente. La prensa ha ido informando sobre la importancia que la juventud alcanzó en los acontecimientos internacionales que tuvieron su centro en Francia, y no faltó quienes recordaran, a guisa de comparación, la responsabilidad que a los jóvenes franceses alcanzó en el 68, a propósito de la que acaban de asumir junto con los sindicatos recientemente. Y probablemente los jóvenes se están preguntando por qué entre nosotros no se sienten realmente actores sino testigos de la política. En verdad se los ve alejados de una sana preocupación por temas como la economía, la educación, el trabajo, la salud.


Sí les preocupa obtener ‘chamba’. Al plantearse tales preguntas, seguramente los jóvenes reconocerán que el colegio no les ha despertado interés por estos asuntos y no les ha expuesto, por lo tanto, la responsabilidad que –en horas como la actual– les correspondía asumir. Por eso es natural que, ante los diversos (e interesados) llamados, confundan una legítima y auténtica preocupación política con propuestas partidarias que están, para la mayoría, cargadas de etiquetas negativas.También advertirán los jóvenes que ahora los políticos se esmeran en interesarse por considerarlos como interlocutores, y lo hacen mostrando inusitado fervor. ¿Por qué ahora? Pueden estárselo preguntando los muchachos. Sencillamente porque ahora –y Pasolini se adelantó a reconocerlo– los jóvenes tienen “disponibilidad para creer”. Los políticos aprovechan –y con razón– que sus propuestas puedan atraer a quienes se ven acechados por emociones, mudanzas y sentimientos contrapuestos. Pero los jóvenes se saben también inteligentes y se extrañan de que no siempre se les haya tenido en cuenta. Y razonan. No solamente creen, sino que razonan. Y porque razonan, discrepan. Y porque razonan y pueden discrepar ahora interesan de verdad como ciudadanos válidos para cambiar el país. Si no entendemos –hic et nunc– que ser joven significa ser un agente de la historia, esa afirmación de que “los jóvenes son de fiar” es apenas una triste e insulsa frase mentirosa. Todo lo que marche, atrase y entorpezca el presente importa, y mucho. Y tiene que importarles a los jóvenes, porque hipoteca el porvenir.


Hay que creer en el progreso, hay que buscar el progreso. Y para ello hay que buscar el propio perfil con la ilusión ciertamente, pero también (y entusiastamente) con la inteligencia. No se preparan los jóvenes para recordar mañana su juventud como un pasado, sino para crear desde ahora el futuro y para participar activa y tenazmente en su creación. Una elemental reflexión nos confirma que no hay mañana sin presente. Cuál es; cómo es; qué nos ofrece; de qué nos priva. Si los jóvenes no tienen el coraje necesario para analizarlo objetivamente, nada tendrá sentido en adelante. Y entonces, tampoco lo tiene creer que porque ahora al preocuparnos por el día siguiente estamos hablando de nuestro porvenir. El porvenir es la independencia. No aprender a vivir solo, sino aprender a ganar la vida que vivimos. Eso se llama el empleo. Pues bien: buscarlo pone en evidencia nuestra primera imaginación. La escuela no los ha preparado. No los han puesto en condiciones de saber quiénes y cómo somos, porque la escolaridad se ha empeñado en preparar a los jóvenes para ser miembros de una sociedad del pasado. ¿Qué significa esto? Que existe una brecha entre el sistema educativo y el sistema económico y laboral. Es verdad que a veces llega el empleo. Pero suele asomar por ahí una inesperada marginación: los jóvenes son discriminados. ¿Por qué? ¿Cómo? Por un lado, no han sido preparados. Por el otro, carecen de experiencia, no calibran su capacidad creadora.


El trabajo se convierte entonces en la incertidumbre, la inseguridad. Lo grave es que muchos jóvenes necesitan trabajar porque en las casas de todos la suma de todos los esfuerzos es la que suele garantizar el pan.Hay además una razón incontestable para llamar a los jóvenes a asumir responsabilidades cívicas. Porque constituyen mayoría evidente en el país. Porque el porvenir está en sus manos y porque con seguridad están ahora ejerciendo su derecho de descreer de todos, tal como nosotros hemos descreído de quienes nos prometieron obtener lo que seguimos esperando: un país distinto y moderno. Los jóvenes saben hoy, felizmente, que los imperativos cívicos son más valiosos y urgentes que las exigencias del mercado.

jueves, 24 de abril de 2008

Bienvenidos!

Queridos Directores de Formación de todo el continente...este espacio es nuestro para informar y deformarnos en la medida de lo posible...sientánse dueños de él y manden textos o columnas a mi mail para publicarlos.